A qué se dedican los masones
Los masones son, ante todo, constructores del ser humano en su totalidad, dedicados al crecimiento humano multidimensional. Este enfoque no solo abarca el desarrollo intelectual, sino también el moral, espiritual y social. Lo hacen a través del conocimiento de una doctrina velada, transmitida mediante símbolos de la construcción, los cuales representan conceptos profundos y universales. Estos símbolos, como el compás, la escuadra y la piedra bruta, señalan que el verdadero templo que la Masonería busca construir es el ser humano mismo, entendido como una obra en constante perfeccionamiento.
Las actividades masónicas están cuidadosamente estructuradas para garantizar un progreso ordenado y eficaz. Los masones se reúnen en sesiones organizadas y precisas, en las que cada aspecto tiene un propósito claro. Desde la instrucción de los iniciados hasta los debates filosóficos y espirituales de la alta Masonería, cada encuentro sigue un esquema detallado que asegura el máximo aprovechamiento del tiempo y el espacio ritual. La preparación y el orden que rigen estas reuniones permiten que los miembros trabajen en un ambiente propicio para el aprendizaje, el intercambio de ideas y la práctica del Arte Real.
Uno de los pilares fundamentales de la Masonería es la construcción de la conciencia individual. Cada masón trabaja incansablemente en su propio perfeccionamiento, buscando la integración de valores como la justicia, la tolerancia, la sabiduría y la fraternidad. Sin embargo, esta labor no es individualista; también tiene una dimensión colectiva. Las dinámicas grupales, estructuradas bajo un orden ritual perfecto, no solo fomentan la cohesión entre los miembros, sino que también sirven como un modelo para la creación de sociedades más justas y armoniosas.
En su misión de superación personal y social, la Masonería identifica a la ignorancia como su principal enemiga. Esta ignorancia no se limita a la falta de conocimiento, sino que abarca todas aquellas actitudes y prejuicios que impiden el desarrollo pleno del individuo y de las comunidades. Por esta razón, los masones trabajan activamente para erradicarla, comenzando por ellos mismos. Este proceso incluye el estudio constante, la reflexión profunda y el compromiso ético con los principios universales que rigen la Orden.
La erradicación de la ignorancia no es solo un objetivo individual; es también un compromiso social. La Masonería considera que un ser humano consciente, cultivado y ético es un agente esencial para el desarrollo social. Un masón educado y pleno en valores puede influir positivamente en su entorno, fomentando el progreso, la justicia y el bienestar colectivo. En este sentido, los masones se convierten en faros de luz y entendimiento, trabajando por la felicidad y la armonía de la sociedad en la que viven.
La Masonería, a través de su enfoque en la construcción simbólica del ser humano y la superación de la ignorancia, actúa como un taller de transformación personal y colectiva. Su propósito trasciende el ámbito individual, proponiendo un modelo de humanidad consciente y comprometida con el progreso de todos. De esta manera, los masones no solo son constructores de templos internos, sino también arquitectos de un mundo más justo, libre y fraternal.